Veinticinco bajo cero
Hoy solo paso a compartir algo que estoy leyendo:
«Lo que le pasaba es que carecía de imaginación. Era rápido y agudo para las cosas de la vida, pero sólo para las cosas, y no para calar en los significados de las cosas. Veinticinco grados bajo cero equivalían a un frío desagradable, pero nada más. Este hecho no lo inducía a meditar sobre la susceptibilidad de la criatura humana a las bajas temperaturas, ni sobre la fragilidad general del hombre, capaz sólo de vivir dentro de unos límites estrechos de frío y de calor, ni lo llevaba tampoco a perderse en conjeturas acerca de la inmortalidad o de la función que cumple el ser humano en el universo. Veinticinco grados bajo cero significaban para él la quemadura del hielo que provocaba dolor, y de la que había que protegerse por medio de manoplas, orejeras, mocasines y calcetines de lana. Veinticinco grados bajo cero se reducían para él a eso... a veinticinco grados bajo cero. Que pudieran significar algo más, era una idea que no hallaba cabida en su mente.»
Del cuento «Encender un fuego» de Jack London.
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